martes, 18 de febrero de 2020

¿Qué es el autoconocimiento?


¿De qué estamos hablando cuando decimos que nos conocemos a nosotros mismos? 

¿Nos referimos a nuestras características de personalidad? ¿Conocernos quiere decir que sabemos entrar en nosotros mismos cuando algo nos sucede, dialogar con nosotros en momentos difíciles? ¿Saber cómo vamos a reaccionar o cómo nos va a sentar algo? ¿El autoconocimiento tiene que ver con ser conscientes de nuestros puntos fuertes y débiles? ¿Tiene que ver con saber reconocer nuestras emociones, y con darles una dirección en forma de acciones constructivas?

¿Podemos conocernos, pero no hacer nada al respecto con ese conocimiento?

¿Se trata de un conocer teórico, de una lista de adjetivos? “soy generosa, nerviosa, alegre” o bien se trata de un conocimiento más aplicado “cuando alguien me habla a gritos, me suelo enfadar mucho y me entran ganas de gritarle también”, “Cuando me dicen que no a algo que pido, me da vergüenza haberlo pedido”.

El cómo somos ¿es algo que no varía y es para siempre, o cambia según pasan los años, las experiencias que vivimos, según sea nuestro estado físico? Por ejemplo, ¿con el dolor crónico o con una enfermedad crónica, somos los mismos?

Supongo que es todo eso, y más cosas.

¿Cómo conocerme? ¿cómo saber de mí?


Primero, queriendo, teniendo ganas.


El primer obstáculo es el miedo a lo que me pueda encontrar si buceo en mi interior. ¿Tenemos ganas de conocernos? Nos vendría bien tener una actitud curiosa y bienintencionada hacia nosotros. No queremos conocernos para “pillarnos en falta” ni para censurarnos. Hemos de tener una actitud lo más abierta que permita recoger la información que aparezca. Si hay miedo, si hay censura, si hay rechazo de nosotros mismos, no habrá apertura para aprender de lo que nos encontremos.
A veces nos viene bien que haya alguien que nos señale lo que no queremos ver, porque nos duele o nos asusta. Y que nos ayude a aceptar características que no nos gusta admitir que tenemos “Me disgusta mucho tener que compartir”.

Segundo, manteniéndome en contacto con otros


…estando en relación con los demás, permitiendo que nos pasen cosas, y actuando ante ellas. Para conocernos debemos estar en acción, los humanos nos hacemos a nosotros mismos a través de la relación con los demás. Las relaciones más importantes son las que más información nos pueden dar sobre cómo somos. Pero yo no desdeñaría tampoco la información sobre nosotros que podemos extraer de nuestras interacciones con cualquier persona cercana (vecinos, clientes, conocidos, personal de servicios…)

Tercero: Aceptando lo que aparezca y sacando conclusiones


Retirarnos con la información recogida, para hacer una mirada en profundidad de lo que hemos encontrado. Analizar y reflexionar, querer comprender qué me hace ser como soy. Este momento es necesario, incluso para decidir si hay alguna característica que me hace daño. Porque podemos transformar parte de nuestros rasgos a mejor. Si me trato mal, puedo aprender a tratarme mejor. Si no me atrevo a hacer cosas nuevas, puedo aprender cómo tomar riesgos dándome seguridad al mismo tiempo. Con trabajo, dedicación, paciencia.



Cuarto: practicando la paciencia


…que es la cualidad de respetar el ritmo de los procesos naturales. Ni el conocimiento de uno, ni la transformación personal se producen rápidamente. No funcionamos así. Igual que no nos podemos resetear, tampoco podemos instalarnos un nuevo software de personalidad, no podemos cambiarnos de esta manera.  

Somos nuestras experiencias y lo que hemos hecho con ellas. Somos nuestra historia, y mucho más allá de eso, somos seres llenos de posibilidades, que se hacen realidad con intención clara, y con trabajo constante.




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por participar.