domingo, 22 de marzo de 2020

Quédate en casa. Digiriendo un trauma en sociedad.

Lunes 23 de marzo. Tras el anuncio de la ampliación del estado de alerta, habrá personas que, para calmar su intranquilidad, bajarán a hacer de nuevo acopio de provisiones y dejarán pelados los estantes de las tiendas, incluso sin mirar si al que está al lado le están dejando sin ese bote de lentejas.
También habrá otras que, para sentir que su vida sigue normal, bajarán varias veces a la calle a caminar y tomar el aire, y pasarán por el super a comprar una pera para así tener un ticket por si les para la policía.
Tendremos al personal de los supermercados expuesto al virus para que estas personas hagan mal uso de la consigna que se ha dado para salir a la calle, y para los que sí bajan una vez por semana a por lo que necesitan, y no más.

Este personal de supermercados te ha pedido seguramente con la mirada, porque no pueden dirigirse directamente a los clientes que, por favor, NO VENGAS CADA DÍA. Ellos también ven pasar por la puerta del super a los que pasean perros arriba y abajo.  Cuando llegan a casa de trabajar, con todo el miedo que han aguantado, con la impotencia de lo que ven, y de no poder decir nada, tienen a sus familias, pareja, amigos, que no se merecen que su madre, su padre lleguen a casa en semejante estado de estrés.
Digamos que, en resumen, todos somos víctimas en esta situación, y que todos, excepto los niños, somos responsables de mejorarla.
POR FAVOR: si en tu familia hay una persona mayor, o no tan mayor que se comporta como os he descrito arriba, ayúdale con cariño a que deje de hacerlo, dale el apoyo o la cercanía que necesita para calmar su ansiedad. Hablad de lo que está pasando, y de cómo se siente, para que pueda expresar. Lo normal es que nos convirtamos en "egoístas inconscientes" cuando tenemos mucho miedo, excesivo, y intentamos calmarnos de maneras poco inteligentes. No calibramos que hacemos daño, es más, nos da igual.

Ayuda a los tuyos a hacer la digestión de este #trauma que estamos compartiendo todos. Que no se lo tenga que decir un desconocido por la calle, de malas maneras (porque también tiene miedo y lo saca con rabia). Que no le multen. Que no aumente la probabilidad de contagio por su culpa. Cuidémonos entre nosotros, que nadie se salva solo. Cristina Abellán Psicóloga CV05811
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