Las ataduras
Esa tarde era como otras en las que no tengo nada urgente que hacer. Tenía en mi libreta anotadas un montón de cosas pendientes. Podría haberme puesto con ellas. Y no me moví de la silla. Seguí mirando las redes, salté de una a otra como mono de rama en rama. Al final no sabía cómo había llegado hasta ese video corto de una mujer que salva a su hija del ataque tobillero de un mapache. Si me preguntan qué tal he pasado la tarde, no sabría tampoco resumir esa secuencia de saltos, empantallada como estaba. "¿Estoy procrastinando, o simplemente dejándo las tareas para más adelante? " me pregunto dos horas más tarde. Tal vez con un café me sienta más clara. Y en esas, llama alguien al teléfono, me pregunta cómo estoy, y le doy la respuesta de la geolocalización : "Pues aquí", deseando que no indague más. Lo peor viene cuando esa persona me habla animada sobre sus avances, lo que ha conseguido ya, y además lo que quiere hacer, incluso a medio y largo plazo en su vida. L